“Entra en ti mismo, vuelve sin cesar y siempre a tu unidad interior y goza de
Dios. Permanece firme y no te des por satisfecho hasta que no hayas
conquistado, en el tiempo, el actual presente de la eternidad, tanto como sea
posible a la debilidad humana.” (Vida c. 49, 289)
“Con mi mirada interior reparaba en mí mismo entero, tal como soy: mi
cuerpo, mi alma y todas mis potencias, y situaba en torno a mí a todas las
criaturas creadas por Dios en el cielo y en los cuatro elementos, cada una en
particular, con su nombre: los pájaros del cielo, los animales del bosque, los peces
del agua, las plantas y la hierba de la tierra, los incontables granos de la arena
del mar y las partículas de polvo que brillan en los rayos del sol, y todas las
gotitas de agua del rocío, de la nieve o de la lluvia que jamás han caído ni
llegarán a caer; y deseaba que cada una de estas cosas tuviera un juego de
cuerdas suaves y penetrantes que yo pudiera tocar [como las de la cítara],
fluyendo de la esencia más íntima de mi corazón, y que así se elevara una nueva
y noble alabanza al amable y tierno Dios, por toda la eternidad. Y a
continuación, misteriosamente, los brazos de mi alma se abrían y se extendían,
llenos de amor hacia todas las criaturas con la intención de hacerlas cantar
alegremente [...]: ¡Sursum corda!
[...] En mis pensamientos acogía a mi corazón y al corazón de todos los
hombres y consideraba qué gozo, qué alegría, qué amor y paz comparten aquellos
que entregan su corazón entero a Dios y, por el contrario, las perturbaciones y
sufrimientos, penas e inquietudes que padecen los que se atan al amor efímero. Y,
con gran deseo de mi corazón, gritaba a esos corazones, allí donde estuvieran, en
cualquier parte del mundo: ¡Ánimo, corazones prisioneros, salid de los estrechos
lazos del amor efímero! ¡Ánimo, corazones dormidos, salid de la muerte del
pecado! ¡Ánimo, corazones vanos, salid de la tibieza de vuestra vida perezosa y
blanda! Volveos hacia el Dios de amor, con una conversión libre y total: ¡Sursum
corda!” (Vida c. 9,)
Escritos de Enrique Suso
No hay comentarios:
Publicar un comentario