Vida inspirada e inspiradora ...

Más allá de las palabras, en el silencio, nos encontramos con Aquél que nos hizo por amor.
En Él nos reencontramos a nosotros mismos y a todos los que amamos.

domingo, 3 de febrero de 2013

Silencio no es ausencia



Dice Jeremías 1, 4-5. 17-19
«Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles.
y el salmo:
"Fuiste tú quien del vientre me sacó, a salvo me tuviste en los
pechos de mi madre; a ti me confiaron al salir del seno, desde el vientre
materno tú eres mi Dios.” (Sal. 22, 9-10)

"En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías".
 
"El salmista comprende que fue el Señor Dios quien lo sostuvo en Su regazo;
pero su madre natural lo alimentó y lo cuidó. Ve a Dios sostener su cuerpo,
dándole la fuerza y todas las funciones corporales necesarias para crecer.
Ni por un momento, Dios ha dejado
de cuidarnos, proveyéndonos y amándonos. Incluso en esas ocasiones en que
parecía que otros se hacían cargo de nuestro crecimiento y cuidado —se hacía en el
regazo de Dios — el cuidado amoroso de un Padre compasivo, quién nunca dejó
de cuidarnos. Él lo hacía tan silenciosamente que no éramos conscientes de Su
preocupación. Era como que si Su poder pudiera asustarnos o Su fuerza
aplastarnos, es por ello que se ocupó de nuestra formación y crecimiento con tal
ternura y silencio.
Es desafortunado que nosotros hayamos confundido silencio
con ausencia y ternura con abandono".
Madre Angélica.

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