Hay textos que cuando se usan a menudo nos acostumbramos a ellos y ya nos dicen poco. Deja que estas palabras de san Agustín resuenen en tu memoria y en tu corazón:
" ... curaste mi ceguera... y ahora, te anhelo".
“Me llamaste y clamaste, y quebraste mi sordera;
brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera;
exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo;
gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti;
me tocaste, y deseé con ansia la paz que precede de ti”
(Confesiones San Agustín)
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