Vida inspirada e inspiradora ...

Más allá de las palabras, en el silencio, nos encontramos con Aquél que nos hizo por amor.
En Él nos reencontramos a nosotros mismos y a todos los que amamos.

viernes, 2 de marzo de 2012

El placer de vivir





¿Podemos imaginar un sentimiento
más delicado que la ternura?
Como el amor, la delicadeza se
construye en el psiquismo cuando
éste es lo suficiente maduro y fuerte
como para reconocer la fragilidad
que, como humanos, nos constituye.
Se encuentra en el origen de
nuestra vida, pues si nuestra madre
no hubiera tenido la suficiente delicadeza
para adaptarse a nuestras
urgentes necesidades, no hubiéramos
sobrevivido. Delicadeza y feminidad
van unidas.
Recuperarla en estos tiempos
de prisa es comprender que el deseo
de disfrutar de la vida debe estar
siempre por encima de la necesidad
de alcanzar con rapidez lo que
buscamos para llegar a la muerte.
El placer de vivir guarda relación
con haber aceptado la fragilidad que
nos habita. Entonces, igual que Natalie,
la protagonista de la novela
“Delicadeza”, amaríamos a quien
nos trata de esa forma, ya sea
nuestra pareja, un amigo o un compañero
de trabajo.
Este sentimiento trata de llegar
al otro por la vía del conocimiento y
la espera, dándose tiempo, sin invadir,
aceptando sus características.
Queriéndole, amándole diferente
a nosotros, sin la prepotencia
de creer que sabemos todo sobre
él, sin la exigencia de suponer que
debe cubrir todas nuestras demandas.
La delicadeza es la manifestación
afectiva que alimentada por el
amor, reconoce las necesidades del
otro y las intenta cubrir en lo que
puede. Tiene en común con el amor
que la consideración hacia el otro
alcanza tal grado que la satisfacción
propia es imposible si no se
complace también al otro. Nunca es
egoísta porque no intenta el dominio
del otro ni su utilización, sino
que, muy al contrario, tiene en
cuenta su singularidad.
Frente a la necesidad de conseguir
todo rápido, que nos dirige
hacia la muerte, la delicadeza se
expresa a ritmo lento, porque sabe
sostener el deseo que promueve la
vida. La delicadeza es creativa, la
rapidez destructiva. ¿Tendríamos
que reivindicar algunas características
femeninas para llegar a construir
una vida más feliz?

Isabel Menéndez, en “Mujerhoy”
11 de febrero de 2012, p. 44.

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