Sólo la Iglesia ha estado y estará al lado del hombre, ninguna otra organización puramente humana es capaz de entender la dignidad de cada uno de nosotros.
Por la importancia y actualidad que tiene te invito, amigo, a que leas esta entrevista.
Fue un shock: dentro de los bastiones comunistas, los obreros quieren un sacerdote que celebre Misa y confiese”
26/01/2012
[María Martínez. CinemaNet]
Cuando llevaba 10 años trabajando en el mundo del cine, el
actor polaco Adam Woronowicz tuvo que hacer frente a uno de sus mayores retos hasta
entonces: interpretar al padre Jerzy Popieluszko, un héroe nacional a
quien gran parte de la sociedad polaca había conocido.
¿Cómo recibió el encargo de interpretar a alguien tan
conocido como el Beato Jerzy Popieluszko?
Sentí miedo, porque es un personaje excepcional y muy
importante. Lo fue para mis padres, y lo fue para muchos polacos. Y lo sigue
siendo para los que cultivan su memoria, se ha convertido para ellos en alguien
muy cercano, en una especie de familiar. Teniendo en cuenta toda la expectación
que despertaba esta película, sí, tuve miedo.
Después de ese miedo, ¿cómo ha sido la experiencia de
interpretar a un héroe nacional?
Nuestra principal tarea era hacerlo humano: no hablar de un
monumento, sino de un hombre de carne y hueso. Se trataba de, sin quitarle nada
de su personalidad, reflejar esa verdad: su honestidad, su delicadeza… No era
un político ni un ‘showman’. Tampoco estaba libre de defectos. Queríamos que
despertara emociones en los que iban a ver la película, pero no se trataba de
conmover y de complacer al espectador en absoluto; sino de reflejar el
personaje del padre Popieluszko lo más fielmente posible. Nuestro sueño era
convertir al héroe nacional, a ese personaje que la gente iba a ver en la gran
pantalla, en la persona que nosotros habíamos descubierto al preparar la
película investigando, leyendo y teniendo conversaciones con la gente que lo
conoció. Éste fue nuestro reto, en esto concentramos nuestros esfuerzos. Y creo
que hemos tenido éxito.
A mucha gente le puede costar imaginarse a un joven
sacerdote en medio de una huelga y una lucha social así. ¿Cómo se entiende
esto?
En países como España, Francia y Alemania, el comunismo
sigue teniendo su peso y su influencia a través, por ejemplo, de los
sindicatos y de otras fuerzas sociales. La historia de Polonia es totalmente
diferente: nosotros sufrimos el régimen comunista, un sistema que nos fue
impuesto desde fuera. Tanto en Polonia como en otros países del bloque
soviético, el gobierno comunista siempre afirmaba que estaba ahí para defender
a los obreros y las clases populares. Sin embargo, muy pronto resultó que era
simplemente un engaño, palabras huecas que no se correspondían con los
hechos: detrás del comunismo estaba el abuso del trabajador, al que se
trataba como si fuera una pieza del sistema.La gente terminó entendiéndolo de
verdad. Cuando, en los años 80, empezaron las huelgas en Gdansk, donde estabaLech
Walesa, y en otras ciudades, los curas entraron en las fábricas. Fue un shock.
Eso se muestra en la película: dentro de los astilleros y de la fábrica de
fundición, que eran los bastiones del comunismo, de repente los obreros
dicen que no quieren verse con las autoridades, sino que vaya un cura a
apoyarles, que celebre Misa y que les confiese. Es algo que salió de la gente,
lo sintieron dentro. Me parece que a través de eso hablaba la necesidad de
libertad.
¿Qué buscaban en la Iglesia?
No la querían como negociador o interlocutor. En ese aspecto
podían contar con sí mismos. No sólo estuvo en huelga una fábrica, sino todo el
país. Sabían que la fuerza estaba en la unidad, en permanecer juntos. Los
sacerdotes no participaban en las negociaciones, pero los obreros sí querían
que estuvieran con ellos. La Iglesia no representaba a ninguna de las partes
del conflicto político, sino que estaba al lado del hombre. En la historia
de nuestro país está muy arraigado, desde siempre, que en los momentos más
difíciles o de crisis, el pueblo polaco se ha reunido alrededor de la Iglesia y
ha buscado en ella apoyo y refugio. La Iglesia ofrecía ese espacio de
libertad. Cuando, durante más de un siglo, Polonia no estuvo en el mapa,
la Iglesia conservó y cultivó la lengua y la cultura polaca. Este elemento de
nuestra historia es muy importante y tiene mucha fuerza en mi país.
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