Vida inspirada e inspiradora ...

Más allá de las palabras, en el silencio, nos encontramos con Aquél que nos hizo por amor.
En Él nos reencontramos a nosotros mismos y a todos los que amamos.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Me plasmaste en el seno de mi madre ¡Qué insondable sabiduría!




Señor, tú me sondeas y me conoces,
 tú sabes cuando me siento o me levanto; 
de lejos penetras mis pensamientos
 te das cuenta si camino o si descanso, 
y todos mis pasos te son familiares. 
 Antes que la palabra esté en mi lengua, 
tú, Señor, la conoces toda; 

Si subo al cielo, allí estás tú; 
si me tiendo en el Abismo, estás presente. 
 Si tomara las alas de la aurora 
y fuera a habitar en los confines del mar, 
 también allí me llevaría tu mano 
y me sostendría tu derecha. 

 Si dijera: "¡Que me cubran las tinieblas 
y la luz sea como la noche a mi alrededor!", 
 las tinieblas no serían oscuras para ti 
y la noche sería clara como el día. 

 Tú creaste mis entrañas, 
me plasmaste en el seno de mi madre: 
 te doy gracias porque fui formado 
de manera tan admirable. 
¡Qué maravillosas son tus obras! 
Tú conocías hasta el fondo de mi alma 
 y nada de mi ser se te ocultaba, 
cuando yo era formado en lo secreto, 
cuando era tejido en lo profundo de la tierra. 

 Tus ojos ya veían mis acciones, 
todas ellas estaban en tu Libro; 
mis días estaban escritos y señalados, 
antes que uno solo de ellos existiera. 
 ¡Qué profundos tus designios! 
¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos! 
 Si me pongo a contarlos, son más que la arena; 
y si terminara de hacerlo, 
aún entonces seguiría a tu lado.

 Salmo 138

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