“ Quita de mí, Señor, este corazón de piedra,
quita de mí este
corazón endurecido, incircunciso.
Tú que purificas los corazones y amas los corazones
puros,
toma posesión de mi corazón
Y habita en él,
Llénalo de tu presencia.
Tú que eres superior a lo más grande que hay en mí
y que estás más dentro de mí que mi propia intimidad.
Sella mi corazón con la impronta de tu imagen;
Sella mi corazón por tu misericordia,
Tú, Dios por quien se consume mi corazón,
Mi lote perpetuo.
Amén.
Balduino
de Cantorbery
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